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Tres socios que tomaron una decisión atravesada por la Pandemia.

“La edad es solo un número, una cifra. Una persona no puede retirar su experiencia. Debe usarla” (Bernard Baruch)


"Hay una cuestión que es propia del ser humano que es ¿hacia dónde voy? Desde que nacemos tenemos horizontes que nos ordenan: estudiar, trabajar, no tenemos tantas alternativas, pero, ¿qué 'debemos' hacer cuando nos jubilamos? Nada", señala el Psicogerontólogo Ricardo Iacub, autor del libro "Todo lo que usted siempre quiso saber sobre su jubilación y nunca se animó a preguntar".

La jubilación es uno de los momentos de transición más importantes en la vida de una persona. Este 'nada', del que habla el destacado profesor de Psicología de la UBA, como respuesta al 'deber' se contrapone con las infinitas posibilidades que se abren al jubilarse.

El reto de ser anestesiólogo durante cuarenta años no es poco. En una era de tecnología, farmacología innovadora, patologías complejas, normas oficiales, iniciativas de ley, el extremo cuidado hacia los pacientes y el estrés de la vida diaria, llevan al anestesiólogo a ejercer una medicina absolutamente demandante. Pero se llega a ese momento. Y de pronto el reloj se detiene. Y no suena más el teléfono. Y el ambo queda guardado, aunque paradójicamente la mascarilla, este año la siguen usando.

Esto relatan los tres asociados anestesiólogos que dejaron sus tareas en el año 2020. Con una inmensa trayectoria y reconocidos por sus pares y por la sociedad, Luis Alberto Lukestik, Oscar “Coco” García y Hugo Belay se retiraron de su actividad éste año y nos dejan sus maravillosas historias de vida.

Luis Alberto Lukestik

“Ahora conocí lo que es el destete”

Originario del Chaco, de la localidad de Saenz Peña, hizo la escuela secundaria en Santa Fe y se recibió de médico en la Universidad Nacional de Rosario. Nos recibe en su casa del Barrio Centenario de la ciudad de Pergamino, a la que llegó a fines del año 1984, comenzando a trabajar en la Clínica Pergamino junto a los doctores Alcacer, Sansevich y Garasa.

Fue en el año 1981 que se recibió de médico y a la semana comenzó su residencia. “No tenía muy claro que quería hacer. Aunque me interesaba mucho la parte farmacológica, también tenía interés en obstetricia y urología”, relata y nos cuenta cómo llegó a la Anestesiología.

“De la mano de un amigo que estaba como residente en el Hospital Español de Rosario, una mañana fuimos a ver los tres lugares que me interesaban: fuimos a Obstetricia y el jefe estaba en Uruguay; en Urología, estaban operando y en Anestesiología, solo estaban los residentes, la jefa tampoco estaba. ¡Imaginate! Uno de los residentes me recomienda ir al Hospital Centenario, ya que había una buena Cátedra; y cuando vamos saliendo del Hospital la Dra. Alberdi, Jefa de Residentes de Anestesiologia, estaba llegando. Nos ponemos a hablar, y me dice: “¿a vos te interesa realmente la parte de anestesia?; y si… doctora… bueno vení mañana!”, me respondió. Y así comencé”

- ¿Fue una decisión acertada elegir esta especialidad?

- Si estuviera mi pareja acá se enojaría. Mirando para atrás, el tema medico es muy sacrificado. Sobretodo nuestra especialidad. Pensando en la actualidad y con los intereses que tengo no hubiera sido medico, y no hubiera sido anestesiólogo; no porque sea una mala especialidad sino porque es muy sacrificada. Las guardias y el stress al que estamos expuestos permanentemente, son constantes.

- ¿Es una especialidad de mucha responsabilidad?

- Ves al paciente una sola vez en el consultorio, con todos los elementos pre quirúrgicos, y lo volvés a ver en el Quirófano y generalmente no te tiene confianza y viene con una idea distorsionada de nosotros. Tenemos mucha responsabilidad en la mano de una persona.

La otra cuestión, si bien ahora hay mas anestesiólogos, es una especialidad con déficit, con pocos profesionales en cada lugar de trabajo; y necesitamos de varios trabajos para considerar la profesión redituable. Vivís para la profesión; la familia y los amigos no existen. Estas cenando, y te suena el teléfono y allá vamos, inmediatamente. Y en el lugar no sabes con lo que te encontrás, o con una uña encarnada o un cuchillo clavado en la panza. Esto es lisa y llanamente un stress permanente.

- - ¿Y cómo hizo para sobrellevar este stress?

- No le esquivé. Lo pagas con tu cuerpo. Y particularmente tengo varias patologías. Estuve con inconvenientes en mis piernas; tomé la decisión de operarme en febrero, y hasta el 10 del mismo mes trabajé con guardias incluidas.

- ¿Cómo fue tomar la decisión de jubilarse?

- Al término de cuarenta años, tome una decisión atravesada por el Covid. Ahora conocí lo que era el destete, mi situación fue muy abrupta y me di cuenta que de todo lo que renegaba, cortado de golpe, fue como una abstinencia. Y pensaba, ¿“Que extraño?”, y me sigo despertando temprano, y me transformé en Sofía, la señora que trabajaba en mi casa. Una de las cosas que esperaba era sacarme el barbijo cuando me jubilara. Qué paradoja; pero esto tuvo dos aspectos, esperaba no tenerlo, pero a la vez no me molesta usarlo porque estoy acostumbrado.


Lukestik participó activamente en la etapa fundacional de la Asociación, “arrancamos un proceso que hoy permite ser lo que es nuestra Asociación. De esto sí estoy orgulloso”, afirma y sostiene que ahora llegara el tiempo de viajar y pasar tiempo con sus afectos.

Antes de irnos, nos detiene en el jardín para contarnos una anécdota; porque sabe que Hugo Belay también se jubiló. “En el año 1972 me fui a estudiar y anduve por muchos lugares viviendo; uno era un departamento de pasillo, con dos estudiantes de medicina de Rojas. Uno de ellos era Hugo Belay; lo conozco desde esa época, le perdí el rastro hasta encontrarnos nuevamente en la misma especialidad. Hugo se enojaba mucho porque nosotros salíamos de noche; él era muy estudioso y responsable. Y nosotros…” Se ríe. Se acuerda de esa época. Y dice: “Quizá ahora quiera salir con nosotros a tomar algo”

Oscar “Coco” García

“Sueño que hago una anestesia”

Graduado de Médico en la Universidad de Córdoba, llegó a la ciudad de Pergamino después de realizar la especialidad en varias ciudades de otras provincias. Tomamos un café en el Bar Mitre, porque según nos cuenta es una de las pocas salidas que hace hacia la ciudad, desde la pequeña localidad de Rancagua (Partido de Pergamino), donde está radicado desde hace un tiempo.

Cuando cursaba quinto año de la carrera comenzó con las prácticas de anestesiología en el Hospital de Clínicas de Córdoba. “Fui aprendiendo rápidamente desde tomar una vena a realizar una peridural; fundamentalmente la parte practica. El Dr. Castro, fue mi maestro, sabia muchísimo; al principio estábamos juntos, con el tiempo tuvo confianza en mí, entonces yo iniciaba la anestesia, el me miraba y me decía: yo estoy en el bar, cualquier cosa me llamas”, nos cuenta café por medio.

La residencia la realizó en el propio Hospital de Clínicas, mientras trabajaba en el Sanatorio Allende. En la ciudad de Córdoba ya estaba casado y “el sueldo no alcanzaba, y hacia anestesia en otra Clínica mas chica, iba con un bolsito y me hacia un extra. Hasta que se enteró el jefe de servicio y me dijo que me iba a suspender y la relación se torno difícil. Al tiempo llegó al Servicio una persona que dice “ando buscando un anestesista que quiera ir a trabajar a Reconquista, Santa Fe”, sigue relatando.

“¿Y cuánto pagan? Pregunté. Yo estaba ganando en ese momento $9.000 en la residencia, y si me iba me pagaban $75.000. ¿Cuándo hay que ir?” Y allí partió hacia un Sanatorio más grande, con más dinero, pero también más demanda laboral.

- ¿Y cómo fueron esos años?

- Yo era el “Che Pibe”, todos los días estaba de guardia. Además, hacía Hemoterapia. Y todas las noches me llamaban por anestesia o por hemoterapia. Así desde 1978 hasta 1981. En un momento al colega con quien trabajaba, lo llaman por el conflicto con Chile y parte a Santa Cruz. Y me quede solo con todo.

- ¿Cómo llega a Pergamino?

- Estaba muy cansado. Mis amigos tenían casa en el rio, lancha; ¿te pensás que lo conocí?, ¿que alguna vez fui? Una semana antes de venir a Pergamino le pedí a mi compadre que me llevara a conocerlo. Así era mi vida.

Llegué a la ciudad porque mi hermano me dice que había una vacante en lo que fue la Clínica Alsina. Estaban los Doctores Kubescha, Sthepanian y Español en esa época; a los seis meses cerró la clínica. Sin trabajo y con familia. Fueron tiempos difíciles, pero empecé a viajar dos veces por semana a Salto a realizar cirugías programadas y si había algo por la noche también; y los demás días a la Clínica Colón. Luego ingresé a la Clínica General Paz, después de la jubilación de Aramburu, y al Hospital San José en el año 1987.

- ¿A partir de qué tomó la decisión de jubilarse?

- Trabajé muchos años. Y demasiado. Hasta marzo estuve en el Hospital, justo antes de la cuarentena. Tenía planificado retirarme más adelante, pero pensé en el Covid y todo lo que significaba. Esto me impulso más a jubilarme; todos los pacientes son Covid para nosotros, eso dije desde el primer día. Esto fue como cuando apareció el SIDA y no había conocimiento. Estamos muy expuestos frente al paciente.

No es fácil tomar una decisión como ésta de un día para el otro. A las siete de la mañana desayunaba e inmediatamente estaba en la Clínica o en el Hospital. Todos los días, dormía con el celular si estaba de guardia.

- ¿Y estos días como los está viviendo?

- Desde que me jubilé el celular no sonó más. No hablé más con mis colegas para planificar el día, charlar sobre nuestros pacientes. No vi más a nadie. Al mes no sos nadie. Solo un recuerdo. Y más adelante un recuerdo diferente todavía.

García, es un reconocido fotógrafo local, pero afirma que “Tampoco tengo ganas de sacar fotos; no hay nada que me atraiga. Me paso el día con tareas de mantenimiento en mi casa”.

No extraña la profesión, pero si a sus compañeros. “Yo notaba que era el fin de mi carrera, estaba trabajando con los hijos de mis amigos, a los que había conocido desde chicos. Hasta el último día fui contento a trabajar. Éramos un buen grupo de trabajo y pasamos muchos momentos felices con compañeros y colegas”.

Dice que sueña que hace una anestesia y que volvería a elegir la especialidad. “Lo que quiero ahora, cuando termine esto, es estar con gente joven, eso te mantiene vivo”, remata con una sonrisa, mientras su mirada de fotógrafo busca el lugar para realizar la mejor imagen.

Hugo Belay

“Dejar el quirófano es mirar al mas allá y poder decir estoy libre”

Se recibió de médico en el año 1981 en la Universidad Nacional de Rosario. Al año y ad honoren, comenzó a desarrollar su actividad en el Hospital Unzué de la localidad de Rojas, durante 4 años. Mientras realizaba una concurrencia de tres años en el Hospital Escuela de Granadero Baigorria hasta el año 1985.

Mientras pensaba en una especialidad y comentándolo en el ambiente médico “surgió la especialidad de anestesia, ya que en Rojas había solo un anestesista, el Dr. Andrés Roques, ya fallecido”, nos cuenta. “En Rojas abrí mi consultorio, iba al Hospital y a la Clínica Privada y así comencé a hacer anestesia con la colaboración del Dr. Roques que me iba guiando para encaminarme en esta especialidad”.

Para Belay, esos primeros años fueron muy complejos. “Después de 4 años el Hospital me efectivizó y ahí comenzó una gran actividad, ya que éramos solo dos anestesistas para el Hospital y la Clínica. Fueron años de mucho trabajo y muy complicado, porque nos enfrentamos con médicos y cirujanos ya establecidos en este ámbito laboral, en sus últimas etapas profesionales y no fue fácil trabajar con ellos. Faltaba organización, no especialidades, y en consecuencia hacían todo tipo de medicina”.

- ¿Y cuánto tiempo trabajó de esa manera?

- Pasaron varios años y el Hospital comenzó a organizarse mejor, vinieron nuevos profesionales y especialistas, lo que ayudó mucho a trabajar con organización y había buena integración entre los médicos del quirófano. Se trabajaba de otra manera y nos respetábamos los tiempos de uno y otro.

- Hacía hincapié en el año 2001…

- La situación del país era caótica. El Hospital nos pagaba el sueldo con entregas semanales; las Obras Sociales estaban muchos meses atrasadas y esto motivó en mi situación personal, ver qué otra salida efectiva podía conseguir y decidí hacer una guardia semanal de Clínica General en el Hospital y otra de Terapia (que con los conocimientos que tenemos los anestesistas me desenvolvía muy bien). Por supuesto seguí con anestesia en los dos lugares, y gracias a Dios surgió la posibilidad de ir a cubrir la Clínica de Salto, por pedido del Dr. Cozzo e hicimos también eso durante dos años. Había mucha carencia de esta especialidad.

- ¡Cubría casi toda la zona!

- ¡Si! Entre el 2006 y 2007 también me ofrecieron cubrir la Clínica San Isidro Labrador de Chacabuco y ahí concurrí 3 años o más. Además, me anoté como médico de cabecera de PAMI. Atendía en mi consultorio y lo hice durante 6 años. O sea que en ese momento de mi vida no me quedaban horas libres. Con el paso del tiempo y mejorando la situación económica fui dejando de viajar, reduje la atención en el consultorio y solo hacia anestesia en Clínica Privada y Hospital, y algunos pacientes en consultorio.

El 31 de agosto del año 2016 se jubiló del Hospital Unzué.” Por razones de pleno conocimiento en ese momento la AANPBA me solicitó colaboración y firmé un contrato por su intermedio. Solo pretendía hacer 4 guardias al mes y cubrir si se necesitaba vacaciones o problemas de ausencias. Influía la parte económica, ya que la jubilación la cobraría en 14 meses”, sostiene.

“A esa altura de mi trayectoria, me puse a reflexionar que tenía que cambiar algunas cosas y dejar otras. No quise trabajar más los fines de semana y los feriados, estaba comprendiendo, a pesar de mi vocación incondicional, que esos días eran para descansar. Además, fui dejando la otra parte de mi actividad, que era la Clínica Privada”

- ¿Qué significó dejar el Quirófano?

- ¡Dejar el quirófano es mirar al más allá y poder decir estoy libre!!!! Mi compromiso y mi vocación de servicio me obligaban a priorizar mi trabajo, y luego hacer otras cosas, aunque nunca deje de atender a mi familia y mi familia siempre me apoyó. Pero era mi forma de actuar en esto y no fue fácil ser más blando. El teléfono y el reloj marcaban mi responsabilidad.

- ¿Y cómo se entiende la frase “mirar más allá”?

- Es simplemente estar satisfecho del deber cumplido con mis pacientes, mis colegas y mi familia. Agradezco a Dios que me dio salud para poder cumplir con el trabajo como a mí me gustaba.

- ¿Cómo tomo la decisión de dejar completamente la profesión?

- Llegué al 2020 pensando en dejar mi profesión ni bien cumpliera los 70 años. Quizás al final del 2020.Pero la Pandemia y sus posibles consecuencias me hicieron pensar que no debía trabajar más; por mi edad, mi condición de hipertenso y otros factores que podrían influir quien sabe cómo Y así fue que el 30 de abril del 2020 dejé mi actividad de anestesista rumbo a mi tan ansiada jubilación.