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No es raro encontrar a lo largo de la historia médicos que han compartido su vida profesional con el desarrollo de diversas expresiones artísticas.


Antón Chejov, el gran dramaturgo ruso, compartió la medicina con la literatura y fue exitoso en ambas. Afirmaba "la medicina es mi esposa legal y la literatura mi amante”. Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, abandonó su carrera de oftalmólogo ante el éxito de sus obras de ficción. Oliver Sacks fue probablemente el neurólogo y escritor más célebre del siglo pasado, gracias a sus libros en los que matiza la ficción con diversos aspectos neurológicos. El término "medicina" tiene su origen en una palabra que significa curar, preocuparse por el otro, el "arte" de preocuparse por el otro. El arte de alguna manera también se preocupa por el otro, al entregar creaciones que ennoblecen al individuo y lo ayudan a mejorar en todo sentido. Guardias, turnos, horarios interminables, días pocos festivos. La enfermedad y las urgencias no saben de horarios y días específicos para la especialidad, considerada una de las más estresantes en la actualidad. Mujeres y hombres de nuestro tiempo sufren tensiones cotidianas causadas por el trabajo. El anestesiólogo en razón de su especialidad, está expuesto a una serie de agresiones tanto extrínsecas como intrínsecas. Quizá la razón de combinar el arte con la profesión colabora en ponerle un freno a situaciones estresantes y conlleva a retomar la actividad recreándola hacia un ambiente seguro. “Estaba muchas horas realizando mi actividad. Cuando comencé a sacar fotos y a revelar, me di cuenta que estaba ocupado pensando en otra cosa, y eso me permitía correrme de mi actividad médica. Me ayudó a bajar esa presión, permitiendo tener la cabeza más tranquila cuando enfrentaba mi trabajo” así explica el Dr. Oscar García, su acercamiento al arte fotográfico. Oscar “Coco” García, es uno de los miembros fundadores de AANPBA, nació en la ciudad de Tres Arroyos e hizo su residencia como médico anestesiólogo desde el año 1977 hasta el 1979 en Córdoba. Luego estuvo en Reconquista hasta el año 1981 y desde ese año trabaja en la ciudad de Pergamino en el ámbito público y privado. Dice ser un “aficionado a la fotografía” pero la calidad y el trabajo de sus obras muestran lo contrario.

En el año 2000 comenzó su estudio fotográfico en la Escuela de Fotografía de La Estación, dictado por el Profesor Christian Lamesa y formo parte del grupo Cartón 18. Cuenta que junto a su profesor y el grupo comenzaron a incursionar en el mundo de las imágenes. “Trabajamos en un principio de manera artesanal, comprábamos los rollos, los fraccionábamos, los revelábamos nosotros. El grupo servía para discutir nuestras fotos, y que todos tuvieran una mirada sobre cada trabajo, haciendo un análisis bien frio. Tenía un pequeño laboratorio en mi casa para revelar hacer copias en papel”. Claro que luego vino la era digital y vendió su Pentax, todo el equipamiento de su laboratorio y se compró una de las primeras Réflex Digitales. “Fijate que solo tenía mega pixeles y en ese momento era una locura. Fui por otro camino y empecé a archivar las fotos en discos”.

Mas allá del cambio hacia lo digital no perdió su mirada sobre la Fotografía “Mis fotos son espontaneas, siempre fue encontrar un motivo interesante y sacar fotos. Me gustan más las fotos de contenido social y humano más que los paisajes o los eventos sociales; también mostrar el cuerpo humano desde otras facetas. Prefiero el blanco y negro sobre el color. Si encontrás la espontaneidad de una persona en el momento justo, ya tenés una buena foto”, afirma Oscar García que ya tienen planeado luego de jubilarse dedicarse más de lleno a la Fotografía, y además estudiar Astronomía. “En la ciudad, andando y caminando sin apuro, se pueden sacar muchas fotos, después se verá si esas fotos sirven para mostrarla o que sea un trabajo valorado. Siempre hay que sacar una foto “, afirma. No será raro, verlo, entonces, por alguna calle de la ciudad buscando esa imagen perfecta o robando el alma en el momento justo.

Gricelda Mariel Incerti
Anuario AANPBA, edición N° 5.